Soja: comercialización de un antinutriente.

Los beneficios de salud adscritos a la soya llevan a cientos de miles de personas en el Occidente – preocupadas por la contaminación de las carnes y los productos animales – a visitar un colmado naturalista en búsqueda de productos basados en esa alternativa vegetariana que han leído que es tan nutritiva. Encuentran estantes repletos de cuanta variación de soya existe – leche, mantecado, yogurt, cereal, harina, margarina, batidas, tofú y mucho más - y si está en un comercio "bio" tiene que ser saludable.

 

El mercadeo de la industria de la soya es de admirarse en términos capitalistas de generación de ganancias. Han cogido una porquería de alimento barato, que por saber a ñoña y estar lleno de antinutrientes, apenas se usa en el Oriente y lo han convertido – en la mente consumidora occidental – en el alimento principal asiático, responsable indiscutiblemente por la buena salud de esas poblaciones. El mercadeo es intenso y constante en cuanto magazín hay relativo a dieta, nutrición y salud. Se le adscribe a la soya poderes de sanar problemas asociados al colesterol, a la obesidad, a la menopausia, a la osteoporosis, al Alzheimer, a la próstata, al riñón, al cáncer y a la infertilidad. Los médicos,  muchos naturalistas y todos los vegetarianos se han tragado el cuento completito.

 

Este artículo tiene como propósito destruir los mitos del milagro nutricional que supuestamente es la soya y advertir sobre el gran peligro a la salud inherente a su consumo, especialmente entre los niños. Pueden encontrar el cuento verdadero completo, con su base científica, en el libro de Kaayla T. Daniel, The Whole Soy Story.

 

Punto de mercadeo # 1 – El uso de la habichuela soya como alimento especial tiene un historial tradicional asiático de miles de generaciones. Falso. Es verdad que los chinos de antaño consideraban a la soya como un tesoro nacional – pero no como un alimento – es más, lo consideraban incomible. Los chinos sabían que la ingestión de la soya enfermaba de muchas diferentes maneras. Para empezar, era casi imposible de digerir, produciendo mucho aventamiento intestinal (el estar “abombao”). Hoy día sabemos que la soya está repleta de antitripsinas, moléculas que no permiten la digestión más elemental de la proteína en la dieta, y de ácido fítico, el cual interfiere con la absorción de los minerales esenciales del alimento – ambas substancias son consideradas antinutrientes. La razón por la cual los chinos apreciaban la soya era porque habían descubierto que sus raíces capturaban nutrientes del aire (fijan el nitrógeno) y por lo tanto lo usaban como “estiércol verde” para enriquecer la tierra. Por eso el símbolo escrito chino referente a la soya es el de una raíz, no de una habichuela. No fue hasta que los chinos descubrieron que la fermentación prolongada podía neutralizar la mayoría de sus potentes toxinas, que lo comenzaron a usar como el condimento chiang (en Japón llamado miso). El natto aparece para el año 1000 AD y el tempeh en los 1600s.

 

Punto de mercadeo # 2 – Las poblaciones de Asia consumen cantidades grandes de soya. Falso. Esto es un invento de la industria occidental de la soya. El consumo promedio de alimentos de soya en la China es de 10 gramos (2 cucharaditas) al día, lo que representa sólo el 1.5% de las calorías diarias (comparado con 65% de las calorías provenientes de la carne de lechón). Las poblaciones asiáticas consumen los productos de la soya en pequeñas cantidades y como un condimento – no como un reemplazo de los alimentos de carne. La leche de soya fue introducida a la China por occidentales en el siglo 20.

 

Punto de mercadeo # 3 – Los alimentos de soya modernos proveen el mismo beneficio a la salud que proveen los alimentos de soya fermentados de manera tradicional. Falso. Lo que se consume como alimento de soya en el Occidente ni se parece al producto tradicional oriental. La falta de fermentación de los productos occidentales de soya (lo cual no se hace porque le sale muy costoso a la industria) hace que se retengan muchas de las toxinas del producto crudo, y la manera en que se procesan entonces destruye las proteínas beneficiosas y aumenta la cantidad de carcinógenos. El FDA hasta incluye a la soya en su Banco de Datos de Plantas Venenosas, citando 256 referencias que asocian a la soya con problemas serios de la glándula tiroides, a problemas de crecimiento, a deficiencias de aminoácidos, a la mala absorción de minerales, a disrupciones hormonales y a la generación de cáncer.

 

Adicionalmente, el 99% de la soya hoy día ha sido genéticamente modificada y contiene uno de los por cientos más altos de contaminación por pesticidas entre todos los alimentos.

 

Dado que la soya no fermentada tiene niveles bien altos de  una substancia (ácido fítico) que impide la absorción de minerales esenciales como el calcio, el magnesio, el cobre, el hierro y especialmente el zinc, podemos anticipar que vegetarianos que consumen muchos productos de soya manifestarán una variedad de síntomas que confundirán a sus médicos en vista de la dieta tan “natural” y “saludable” que llevan. Por ejemplo, el zinc se conoce como el mineral de la inteligencia porque se necesita para un desarrollo óptimo del cerebro y del sistema nervioso. Los vegetarianos que reclaman sentirse “espaciados” y lo atribuyen al haber logrado una iluminación espiritual o trascendental – lo más seguro están manifestando una deficiencia de zinc. El zinc también sirve para controlar el azúcar, proteger contra la diabetes y para tener un sistema reproductivo de alta fecundidad. Por eso los japoneses siempre consumen una pequeña cantidad de tofú o miso acompañado de un caldo de pescado rico en minerales y seguido por una porción adicional de carne o pescado.

 

Punto de mercadeo # 4 – La leche de soya, como bebida tradicional china, es más saludable para el ser humano que la leche de vaca. Falso. Para empezar, no hay tal cosa como “leche de soya” – lo que hay es una bebida de soya, procesada de tal manera para que aparente ser una leche. Los consumidores de leche de soya se sorprenden cuando descubren que los chinos tradicionalmente nunca han valorado la leche de soya. La referencia más antigua del uso de leche de soya es del año 1866, y es al americano Harry Miller que se le da el crédito de introducir el concepto de la leche de soya como un producto comercial a los chinos. Nunca pegó por su sabor tan fuerte a habichuela. Para disfrazar el sabor tan desagradable, la industria de la soya hoy día le añade una gran cantidad de azúcar al producto. La leche de soya es tan deficiente en vitaminas y minerales, que la misma debe ser “fortificada” con esas substancias, pero la industria usa los suplementos más baratos disponibles.

 

Los productos derivados de la leche de soya, como los “yogurt”, los pudines, los mantecados y los quesos, son manipulados químicamente más todavía. La mayoría de estos derivados, por ejemplo, contienen una substancia llamada “carragenato” para espesar el producto final. Este producto, consumido de forma habitua, ha producido ulceraciones y malignidades (cáncer) en el tracto intestinal de animales de laboratorio.

 

Punto de mercadeo # 5 – Los productos de soya fermentados pueden proveer la vitamina B12 tan necesitada en la dieta vegetariana. Falso. El compuesto en la soya que se parece a la vitamina B12 no puede ser utilizado por el cuerpo humano. De hecho, los alimentos de soya producen la necesidad de una ingesta aún mayor de la vitamina B12 natural.

 

Punto de mercadeo # 6 – Los alimentos de soya previenen la osteoporosis. Falso. Los alimentos de soya son más dados a causar deficiencias de calcio y vitamina D – dos claves para huesos saludables. La mayoría de los productos de soya son fortificados con la variante vitamínica D2, la cual se ha asociado a hiperactividad, a enfermedad de las arterias coronarias y a reacciones alérgicas. Las personas asiáticas padecen de menos osteoporosis por su consumo de caldos de hueso (fuente de calcio) y de pescado, manteca y carne de órganos (fuentes de vitamina D) – no por su consumo de productos de soya.

 

Punto de mercadeo # 7 – Existe un consenso científico en que los productos modernos a base de la soya protegen en contra del cáncer. Falso. Éste es uno de los puntos de mercadeo más enfatizado por la industria, reconociendo el gran miedo que existe entre la población referente al cáncer y el deseo de las personas reducir su riesgo mediante cambios dietéticos. Pero no existe tal consenso científico. Es más, el mismo FDA advierte con relación al potencial carcinogénico de la soya en exceso. Las isoflavonas de soya – moléculas propias de los productos de soya – son muy parecidas al estrógeno humano y son las más frecuentemente citadas por la industria como protegiendo contra el cáncer. Esto es todo lo contrario a lo que dicen muchos libros de texto de toxicología – que tienen a las isoflavonas en las listas de substancias mutagénicas (que causan daño al material genético), “teratogénicas” (que causan daño al embrión y al feto) y carcinogénicas.

 

Las mujeres que consumen productos de soya buscando prevenir el cáncer del seno pueden estar exponiéndose a un mayor riesgo de contraer la enfermedad. El Dr. Helferich de la Universidad de Illinois ha expuesto ratas de laboratorio a isoflavonas de soya, observando que cuantas más isoflavonas ingieren, más alta la incidencia de cáncer del seno, y la relación era más notable en ambientes de estrógeno natural bajo como ocurre en la menopausia humana. Estudios más recientes en mujeres en la Universidad de California han confirmado el aumento en riesgo de cáncer del seno.

 

Punto de mercadeo # 8 – Los alimentos de soya protegen en contra de las enfermedades cardiovasculares porque bajan el colesterol. Falso. Una de las mentiras más grandes que la industria agrícola y farmacéutica sigue propagando es la del colesterol, las grasas saturadas y las enfermedades del corazón. La ciencia ya claramente establece que una cosa no tiene que ver con la otra. Lo que sí ahora está claro es que lo que daña las arterias del corazón son las grasas contenidas en los aceites vegetales omega-6 procesados – como el de maíz, el de canola y especialmente el de la soya. Casi el 80% de todo el aceite vegetal consumido en Estados Unidos, y cada vez más en todo el mundo, viene de la soya – esto incluye el aceite embotellado, la margarina, la mayonesa, los aderezos, las patatas fritas congeladas y todo producto imaginable de repostería en el colmado. Lo que se usa en la mayoría de estos productos es el aceite parcialmente hidrogenado de la soya – lo cual es una alteración química y mediante mucho calor del aceite natural de la soya, produciendo un producto menos aceitoso y más cremoso que no se pone rancio. A cambio de esa gran ventaja comercial está la gran desventaja de enfermedad – esa substancia sintética es el agente oxidante más potente en cuanto a dañar la integridad de las membranas celulares del corazón y por lo tanto de obstruir las arterias coronarias. Si quieren proteger su corazón, además de las grasas saturadas, eliminen todo aceite vegetal omega-6 procesado y todo aceite parcialmente hidrogenado de su dieta.

 

Punto de mercadeo # 9 – Los estrógenos naturales de la soya  elevan las habilidades mentales del consumidor. Falso. Un estudio reciente demostró que las mujeres con los niveles más altos de estrógeno en su sangre manifestaban los niveles más inferiores de función cognoscitiva. Y en americanos de extracción japonesa, el consumo de tofú entre las edades de 40-60 años se asocia al desarrollo más tarde de la emfermedad de “Alzheimer”. También es que en el procesamiento de la soya, se llevan a cabo baños de ácido muy potentes dentro de cilindros gigantes de aluminio. El ácido disuelve el aluminio y el aluminio se concentra en los productos de soya, y de ahí al cerebro y al “Alzheimer”.

 

Punto de mercadeo # 10 – Los alimentos de soya son beneficiosos para tu vida sexual. Falso. Hay numerosos estudios en animales que demuestran que los alimentos a base de soya producen infertilidad. Estudios con mujeres en edad reproductiva que consumen mucha soya demuestran alteraciones en sus niveles de hormonas reproductivas afectando adversamente el ciclo menstrual. Se conoce también desde hace muchos años que el consumo de soya en hombres baja el contaje de espermatozoides y hace que los espermatozoides tengan menos habilidad de fertilizar el óvulo. A base de este efecto contraceptivo conocido de los estrógenos en la soya, muchos especialistas en infertilidad le recomiendan de inicio a sus parejas eliminar todo producto de soya.

 

El consumo de soya no solamente aumenta los niveles de estrógeno en la sangre de los hombres y las mujeres, sino que disminuye los niveles de testosterona libre en la sangre de ambos – y sabemos que la testosterona libre, tanto en hombres como en mujeres, es responsable por el deseo sexual. Los monjes budistas rutinariamente consumen tofú para reducir el líbido.

 

Punto de Mercadeo # 11 – Los productos de soya son buenos para un embarazo saludable y las fórmulas de leche de soya son tan o más nutritivas para el bebé que las fórmulas a base de leche de vaca.  Falso y falso. Sabemos que la soya contiene unas substancias estrogénicas muy potentes. ¿Podrán esos estrógenos adicionales ingeridos durante el embarazo afectar el sistema reproductivo del feto? Los estudios indican que sí.

 

Para entender esto, hay que repasar brevemente el desarrollo sexual del feto. Resulta que todos los fetos desarrollarán anatómicamente como hembras a menos que estén expuestos a las hormonas masculinas, y a tales efectos la testosterona ya se produce durante el primer trimestre del embarazo por las glándulas sexuales del varoncito. El estrógeno – la hormona femenina – sea natural o en la forma de isoflavonas de soya, puede interferir y suprimir la producción de testosterona del feto en momentos que la testosterona está guiando y programando todo el desarrollo sexual masculino a todos los niveles – desde el cerebro hasta los genitales.

 

Hoy día están naciendo más y más niños con anomalías genitales causadas por una exposición prenatal excesiva a substancias estrogénicas – sean ambientales (pesticidas y plaguicidas) o por vía de la dieta. Los defectos más comunes observados son las hipospadias (un defecto del desarrollo del pene donde la apertura del tubito de la orina sale más abajo de lo normal), el criptorquidismo (donde los testículos no han descendido a sus saquitos) y varones con genitalia predominantemente femenina.

 

Los padres que les están ofreciendo una fórmula de leche de soya a sus bebés recién nacidos deben saber que – dada la cantidad de “soy isoflavones” en las fórmulas de soya – sus bebés están ingiriendo una cantidad de estrógeno equivalente a tres a cinco pastillas anticonceptivas al día. (Cálculos basados en cifras y advertencias proporcionadas por el Boletín de la Oficina Federal de Salud Pública de Suiza.) Estos niveles de estrógeno pueden hacerle un daño irreversible al futuro desarrollo sexual del niño.

 

Bebés alimentados con fórmula de soya tienen de 13,000 a 22,000 veces más compuestos de estrógeno en su sangre de lo que tienen bebés que están tomando fórmulas de leche de vaca.

 

En síntesis, busca evitar consumir todo producto de soya no fermentado, especialmente durante el embarazo, y jamás le des a tu bebé fórmula de soya.

 

 

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