El flúor daña el desarrollo neurológico infantil.

Hasta ahora, el vínculo científico entre la exposición al flúor con propositos profilácticos y la neurotoxicidad, en el ámbito de los profesionales de la salud pública española, simplemente no se concibe. Las publicaciones de internet que lo vienen refiriendo, en todo caso, son utilizadas como un argumento útil para demostrar el nivel de influencia que puede llegar a alcanzar internet en los espíritus simples, crédulos, con pobre formación y, sobre todo, falta de criterio.


Pero la realidad se empeña en mostrarse tozuda y es por ello que recientemente una revisión realizada sobre una gran serie de estudios científicos, un metaanálisis, por Choi A.L. y colaboradores en la universidad de Harvard, ha demostrado sin ningun genero de dudas que la ingesta de flúor puede dañar el cerebro y como consecuencia disminuye el cociente intelectual (CI) en los niños.


Estos científicos han declarado que “los resultados obtenidos apoyan la posibilidad de efectos adversos ocasionados por la exposición a fluoruros en el desarrollo neurológico de los niños.” 

En otra entrada, los autores del estudio explican que el flúor ataca realmente al cerebro en los niños no nacidos, al desencadenar en esencia un ataque directo sobre su desarrollo neurológico: “El flúor atraviesa fácilmente la placenta. La exposición al flúor durante el desarrollo del cerebro, que es mucho más sensible a las lesiones causadas por sustancias tóxicas que en el cerebro maduro, puede ocasionar daños de carácter permanente”.


El estudio, comienza impactando debido a que los autores publicaron sus conclusiones en la destacada revista Environmental Health Perspectives, una revista médica del Gobierno federal derivada del Instituto Nacional de Ciencias de Salud Ambiental de los Estados Unidos. El mismo Gobierno que continuamente ha afirmado que la fluoración del agua es perfectamente segura y "efectiva" para ayudar a la salud de los ciudadanos que la consumen diariamente.

Ya, en el pasado, el gobierno estadounidense se ha visto obligado a pedir niveles inferiores en la fluoración del agua debido a que una investigación anterior también había establecido un vínculo entre la exposición de flúor y una serie de efectos neurotóxicos, como es la disminución del CI en niños, debido a la fuerte evidencia que aporto un estudio que realizaron Xiang Quanyong y su equipo.


En el estudio de Xiang Quanyong y colaboradores se encontró una significativa relación dosis-respuesta entre la concentración de fluoruro y el cociente intelectual de los niños. Este era el último estudio de una serie de veinticuatro trabajos que han coincidido en encontrar esta asociación. La particularidad de este estudio es que presenta esta relación con más fuerza que los anteriores.


Abundando al respecto, en una declaración escrita, los investigadores afirmaron que “Los niños que viven en zonas con concentraciones altas de fluoruro tienen un cociente intelectual significativamente menor que aquellos que viven en zonas con bajas concentraciones de fluoruro.”


En este último estudio, el metaanálisis realizado por Choi A.L. y colaboradores, en Harvard, se demuestra con una claridad diáfana las consecuencias deletéreas que ocasiona la toxicidad provocada por el flúor en el neurodesarollo infantil. 


Este estudio es todo un campanazo que debería de hacer temblar los cimientos de la dulce complacencia narcisista en la que viven sumidos los funcionarios de los servicios y agencias de Salud Publica en España.


Con seguridad van a afirmar que la sanidad española mantiene un control serio y constante respecto del flúor que se le administra a los niños en edad escolar y que el caso de EE.UU no es el caso Español, pues allí se realiza la fluorización del agua y en España no.


Alegarán que las únicas fuentes significativas de flúor en los niños proceden de cepillarse los dientes y las encías a diario y en profundidad con una pasta dentífrica fluorada después de cada comida, así como del procedente del que reciben por medio del Programa de Salud Bucodental, que se realiza en los niños de entre 6 y 12 años, en los colegios una vez a la semana. En ambos casos, el flúor se limitará a entrar en contacto con las estructuras externas de la cavidad bucal, en particular con los dientes donde actúa de forma tópica, y luego se expulsa, enjuagándose la boca. Por ello la concentración de flúor ingerida es como mínimo despreciable.


 

¿Pero es esto verdad? Definitivamente no. El flúor se esta administrando de forma sistémica a la población española por medio de la sal de mesa.


Esta sal de mesa Yodo-Fluorada se puede encontrar expuesta en cualquier gran superficie de alimentación y es esa la sal que las señoras llevan a sus casas para cubrir las necesidades de sus familias.


¿Que indicación médica o sanitaria tiene el flúor empleado por vía oral, de forma interna, o lo que es decir, sistémica? Ninguna. Jamás se ha vinculado una enfermedad a la deficiencia de flúor. Jamás se ha logrado demostrar que se requiere fluoruros para mantener una dentadura libre de caries. No hay ninguna función vital que haya demostrado requerir consumo de flúor. Por el contrario, hay extensa evidencia de que el flúor puede interferir con numerosas funciones vitales.


¿Es razonable tratar a toda la población con un producto tóxico, haciendo que lo ingieran, pese a que carece de cualquier indicación médica conocida para su empleo por esa vía? No. En este asunto nos encontramos frente a una situación conflictiva, propia de una dejación de obligaciones de la supervisión necesaria por parte de las autoridades sanitarias españolas. Como sea, hay que considerar que el “consentimiento informado” es un estándar para todo tipo de medicación y es una de las razones claves por la cual la mayor parte de Europa Occidental ha legislado en contra de la fluoración.


En España se produjeron tímidos intentos para fluorar el agua potable, pero finalmente se abandonó el proyecto. Una de las razones es que fue muy contestado. ¿Quizás esa fue la razón por la cual las autoridades sanitarias añadieron flúor en la sal?

Al introducir el flúor en la sal de mesa, o en el agua, es imposible regular la dosis que ingiere cada individuo, ya que cada uno consume diferentes cantidades de sal.


La habilidad para controlar la dosis segun pauta y posología, de cualquier medicamento, en cada paciente y forma individualizada, es fundamental en el ejercicio de la medicina. Sin embargo, no existe ningún plan de medición, ni hay ningun registro de los niveles de flúor en orina, sangre, huesos, cabello, o uñas de la población. Tampoco hay grupos de salud pública dedicados a controlar los niveles de flúor en la población sensible: niños, ancianos, enfermos.


Señalar que el nivel de flúor en la leche materna es considerablemente bajo (0.004 ppm). Por ello, una simple reflexión nos permite considerar que la naturaleza ha establecido una restricción en la concentración de flúor de la leche materna, permitiendo la independencia del bebé tanto de la cantidad de flúor que ingiere la madre como de la concentración de flúor en el plasma materno, evitando así la toxicidad que ocasiona. ¿Entonces, de donde se extraen los criterios científicos necesarios para plantear que el flúor es bueno para la salud de los niños?


También hay que precisar que el contenido de flúor que se transfiere al infante durante el amamantamiento es mucho menor que el que se halla presente tanto en la leche de vaca como en las formulas comerciales para lactantes, empleadas de forma rutinaria como sustitutos de la lactación materna.


Las concentraciones de flúor en las formulas de leche para lactantes que se encuentran disponibles en el mercado oscila entre 1,95 ppm y 7,45 ppm, mientras que el flúor de las muestras de leche de vaca es de 0,12 ppm. En ambos casos los valores son claramente superiores a los que la naturaleza ha dispuesto en la leche materna con objeto de nutrir adecuadamente a los niños.


Desde otro punto de vista, un bebé alimentado con biberones que emplean agua fluorada (0.6-1.2 ppm) puede llegar a consumir hasta 300 veces más flúor que un bebe amamantado. Bebés y niños excretan menos fluoruro mediante sus riñones y retienen un 80% del fluoruro ingerido en sus huesos. La concentración de flúor en los huesos aumenta continuamente durante el curso de la vida.


Así pues, el procedimiento de fluorar indiscriminadamente a toda la población es una intervencion muy peligrosa para la salud pública. No es razonable y de ninguna manera es admisible, más cuanto que ha sido demostrado que los fluoruros son responsables de generar un daño permanente en el desarrollo intelectual de los niños. 

 

 

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